CENTRO CULTURAL SAN FRANCISCO SOLANO
CENTRO CULTURAL SAN FRANCISCO SOLANO. UNA ESCALERA PARA SUBIR AL CIELO

















una escalera

UNA ESCALERA PARA SUBIR AL CIELO

A veces, arrastrado de la mano por mi esposa, a quien amo, que tira de mí como de un burro, voy a Misa a la Iglesia del pueblo, en la que el sacerdote celebrante mediante las fórmulas y palabras sacramentales, siempre las mismas, de un libro gordo que ellos dicen sagrado, realiza el misterio de la transustanciación del misterio de la Eucaristía representando los hechos del Nuevo Testamento, y especialmente la Pasión y muerte de Jesucristo.

Sobre todo voy con ella, por condescender, a la misa mayor de las fiestas principales del pueblo; a la misa de difuntos de algún familiar directo; a la misa del gallo, en Navidad; y a la misa de algún que otro casamiento, en especial en la que la novia lleva ya el niño dentro.

De tanto oír misa y asistir a ellas por obligación, cuando mis padres me metieron en un Seminario, he acabado harto de ellas, no sabiendo, ahora, de la misa la media.

Yo fui un devorador de misal. Me harté y empaché de oraciones. Casi llego a misacantano; hasta que me pregunté: ¿En qué pararán estas misas? ¿Cómo acabará esto? ¿De qué manera me saldré del Seminario?

Recordando lo que me dijo un familiar mío, místico trastornado: “La misa dígala el cura; por oír misa y dar cebada, nunca se perdió jornada”, cuando salí del Seminario y llegué a casa con el colchón como quien dice bajo el brazo, porque había que traerse el colchón de dormir, le dije a mi madre:

-Madre, ya no puedo soportar de estos sacerdotes tanta hipocresía, tanta obscenidad, tanto embuste, además de que su bien le fundan solamente en engañarnos y alucinarnos para robarnos hasta nuestros templos. ¡Qué bribones¡

Yo no voy a subir esa escalera para subir al Cielo. Además de que, como usted bien sabe, para los vivos, el Cielo está sobre sus cabezas; para los muertos, su Cielo está bajo tierra.

Ella me contestó:

-Ya escarmentarás, ya verás lo que va a pasarte. Podrías haber terminado y haber vivido como un cura con cinco parroquias y cinco viudas “amas de cura”. Además que ellos no entienden la misa más que en su misal.

Yo le dije:

-Madre, no hay vuelta atrás. No volveré a ser un Mísero, dado o aficionado a oír muchas misas, transido de amor, miserable, escaso y ridículo en el modo de portarme y gastar.

Además ¿recuerda aquella chica que mostraba color como de rosa y venía a los rezos del Rosario que yo daba, y del Viacrucis, camino de la Cruz alrededor del pueblo, que iba tras de mí? Ahora mi mirlo nace y muere al pie de su pimpollo o potorro.

Lo que me pasó después fue que tuve que ganar el pan con el sudor de mi frente, y marchar por el camino de la amargura de esta vida; no como ellos, los curas, que viven del sudor de la frente de los demás.

Más tarde, me casé, pero no la cagué; contrariando a aquel que le decía a un amigo de los dos: “Pablo, te casaste. ¡La cagaste¡”.

-Daniel de Culla